Y llegamos al punto final de nuestro viaje: Hanoi.
La llegada no fue como nos esperábamos, el avión llegaba muy tarde y pedimos al hotel que nos vinieran a buscar con su suplemento correspondiente. Así fue, pero a medida que nos acercábamos a la ciudad, el taxista no estaba yendo al hotel correspondiente. Paro en otra calle y nos dijo que el hotel había tenido un problema y que nos derivaban a otro (cuando por la tarde había hablado con el hotel y no nos habían dicho nada). Justamente habíamos leído que era uno de los timos más comunes. Así que nos bajamos del taxi, les dijimos que no entrabamos, solicitamos la cancelación del hotel por Booking y nos fuimos a buscar otro hotel. Era muy tarde pero por suerte Vietnam es un país muy seguro y no nos costó nada encontrar otro hotel en la misma zona.
A la mañana siguiente hicimos un freetour impresionante, el mejor que hemos hecho en nuestra vida (Aquí lo tenéis). ¡Y por fin encontramos españoles! Hasta ese punto del viaje no habíamos encontrado prácticamente ningún español en ninguna excursión ni tour.
Probamos el café con huevo, visitamos varios museos, y paseamos mil veces por el lago Hoan Kiem. Nos gustó mucho su mercadillo nocturno y el templo de la Literatura. La locura que supone cruzar la calle con mil motos pasando sin semáforos, o el tren que pasa por en medio de la ciudad fueron la guinda de una ciudad tan caótica como mágica.
Hanoi es una ciudad mucho más «urbanita» de lo que habíamos visitado durante toda nuestra estancia en Asia. Es más, después de tantos días comiendo arroz, tofú y fideos, una hamburguesa del Macdonals nos sentó muy bien.
Y tocaba una de nuestras partes favoritas del viaje, el viaje de 4 días a Halong Bai y Sapa que se merecen un post individual.
Y con esta última parada decimos adiós a 16 días por el Sudeste Asiático y a uno de los viajes más increíbles de nuestra vida.